viernes, 22 de octubre de 2010

Energía Eólica:

 Es una de las fuentes más baratas, puede competir e rentabilidad con otras fuentes energéticas tradicionales como las centrales térmicas de carbón (considerado tradicionalmente como el combustible más barato), las centrales de combustible e incluso con la energía nuclear, si se consideran los costes de reparar los daños medioambientales.
El generar energía eléctrica sin que exista un proceso de combustión o una etapa de transformación térmica supone, desde el punto de vista medioambiental, un procedimiento muy favorable por ser limpio, exento de problemas de contaminación, etc. Se suprimen radicalmente los impactos originados por los combustibles durante su extracción, transformación, transporte y combustión, lo que beneficia la atmósfera, el suelo, el agua, la fauna, la vegetación, etc.
La energía eólica evita la contaminación que conlleva el transporte de los combustibles; gas, petróleo, gasoil, carbón. Reduce el intenso tráfico marítimo y terrestre cerca de las centrales. Suprime los riesgos de accidentes durante estos transportes: desastres con petroleros (traslados de residuos nucleares, etc.) No hace necesaria la instalación de líneas de abastecimiento: canalizaciones a las refinerías o las centrales de gas.
La utilización de la energía eólica para la generación de electricidad presenta nula incidencia sobre las características fisicoquímicas del suelo o su erosionabilidad, ya que no se produce ningún contaminante que incida sobre este medio, ni tampoco vertidos o grandes movimientos de tierras.
Al contrario de lo que puede ocurrir con las energías convencionales, la energía eólica no produce ningún tipo de alteración sobre los acuíferos ni por consumo, ni por contaminación por residuos o vertidos. La generación de electricidad a partir del viento no produce gases tóxicos, ni contribuye al efecto invernadero, ni destruye la capa de ozono, tampoco crea lluvia ácida. No origina productos secundarios peligrosos ni residuos contaminantes.

Energía de la biomasa: La biomasa o masa biológica es la cantidad de materia viva producida en un área determinada de la superficie terrestre, o por organismos de un tipo específico. Cuando hablamos de energía de biomasa nos referimos al combustible energético que se obtiene directa o indirectamente de recursos biológicos. Existen muchas fuentes de energía clasificables bajo el concepto de biomasa y diversas técnicas para su conversión en energía limpia, pero son las formas modernas de aprovechamiento, las que pueden y deben ser utilizadas para la obtención de esta energía, muy diferentes de las formas tradicionales que todavía se emplean ampliamente en países en desarrollo. La biomasa debe constituir un beneficio medioambiental y no generar otros problemas, no se deben incinerar los residuos inorgánicos, ni usar transgénicos, ni fuentes biológicas que sean requeridas para otro uso prioritario.
La única biomasa explotada actualmente para fines energéticos es la de los bosques, pero el recurso sistemático de la biomasa de los bosques para cubrir la demanda energética sólo puede constituir una opción razonable en países donde la densidad territorial de dicha demanda sea baja. En España sólo es razonable contemplar el aprovechamiento energético de los residuos de la industria de la madera y de las explotaciones forestales.
En cuanto a los residuos agrícolas y deyecciones y camas de ganado, diremos que constituyen otra fuente importante de bioenergía, aunque no siempre sea razonable darles este tipo de utilidad. En España sólo parece recomendable el uso a tal fin de la paja de los cereales en los casos en que el retirarla del campo no afecte apreciablemente a la fertilidad del suelo, y de las deyecciones y camas del ganado cuando el no utilizarlas sistemáticamente como estiércol no perjudique las productividades agrícolas.
Por último en cuanto a los cultivos energéticos, aunque su conveniencia está siendo muy discutida, tanto por su dudosa rentabilidad, como por su competencia con cultivos destinados a otros fines, sin embargo, son muy interesantes en general, los cultivos acuáticos y en particular los de ciertas algas microscópicas como es el caso de la unicelular botryococcus braunii.
Los métodos de conversión de la biomasa en energía pueden ser métodos termoquímicos como la combustión y la pirólisis o métodos biológicos como la fermentación alcohólica y la fermentación metánica.
La energía derivada de la biomasa es renovable indefinidamente y es fácil de almacenar, pero opera con enormes volúmenes combustibles, que hacen que su transporte sea complicado y esto constituye un argumento en favor de su utilización local y sobre todo rural.

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